lunes, 21 de marzo de 2011

¿Cruel?

Me gustaría poder gritar en un campo de trigo con el sol sobre las nubes, gritar y estirar los brazos derrochando libertad.
Creo que es la manera con la que visualizo la felicidad.
Cuando te digo que no sé qué es lo que siento de verdad, es que no sé lo que siento. Sólo siento no poder decirte que sé lo que siento, aunque en tus ojos se creara una fuente de aguas oscuras, o por el contrario, te cogiera por las caderas y te elevase hasta las nubes para poder contemplarte de lejos.
Pero, a veces creo que si estuviese contigo podría alcanzar la felicidad y esa estabilidad que no tenerla me produce fuertes cambios de humor.
Como un hombre que comienza por la boca, continúa hasta el ombligo, y sujeta sus caderas con las manos, y la observa, mientras fluye la energía que mueve a las famosas mariposas de estómago.
Como una mujer que consume su cigarrillo, expulsa el aire desde sus rojizos labios llenos de carmín, y observa la luna.
La felicidad es una imagen idealizada, de algo lleno de sentimiento y sobre todo estética. Tal vez intentarlo, supondría sonsacarnos alguna sonrisa y ese brillo en los ojos que te besa suavemente la espalda hasta llegar al cuello y te cubre de los miedos.
Hasta que me doy cuenta de que la felicidad no existe, lo siento.

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