Todos juntos, mientras veíamos como el mar intentaba abrazar nuestra barca y llevarnos, nos prometimos que nada ni nadie nos pararía,que seríamos invencibles. Sombras en el nublado horizonte, alimentaron nuestros nervios. Cantamos, cantamos para calmar nuestras inquietudes, cantamos nuestra canción, percibiendo como la energía del otro mundo circula en nuestra sangre, llenándonos de maravilla y dicha.
Pisamos tierra, mientras nuestras cuerdas vocales seguían produciendo la fuente de nuestra motivación. Nos separamos corriendo, la playa pronto se convirtió en un lugar lleno de espíritus que cantaban por todas partes. Podía apreciar figuras, multitud de figuras, algunas caían, otras seguían buscándonos con la mirada. La canción llegaba a su fin, y aumentando el tono de voz, corrimos, como nunca habíamos corrido, hacia ellos. Dos balas atravesaron mi cuerpo, pero seguí cantando tirado en el suelo hasta mi final.
Jason, nuestro hombre más joven, desde la barca, apretó el detonador.
A la mañana siguiente, un hombre con pelo canoso y uniforme verde botella, observaba a sus soldados sin vida bañados en sesos y arena granate, y a un hombre joven en el medio, que reía inmerso en su locura.
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