Fue ese día. Segundos antes, estaba yo contemplando la larga carretera, y mi cerebro me decía: "No, él no puede venir, hoy no es el día." pero algo, tal vez negro, tal vez blanco, puede que gris, me recordaba que lo único que quería era que vinieras, la soledad nunca fue amiga. Pero apareciste, en el horizonte, iluminado por los rayos del sol, y tan convencido, como tan bien me gusta.
-¿Estás seguro... de que quieres hacerlo? Hoy no es el día más adecuado...
-Sí, era mi hermana...
El silencio de las nubes, de los hierbajos y de las piedras marcaron el ritmo de un abrazo, casi fraternal, lleno de ese extraño y brutalmente potente afecto y entendimiento.
Mientras avanzábamos aplastando toda vida en miniatura, comenzaste a hablar, consiguiendo expulsar ese monstruo extremadamente diabólico, al que algunos llaman remordimiento:
-Cuando Irene era pequeña y mamá comenzaba a enseñarle a andar, ella un día se calló. Se calló y dijo que nunca más volvería a andar. Tardó meses, no había nadie que consiguiese hacerle cambiar de opinión, siguió a gatas, fue mes y medio después, en navidades, cuando tube que viajar a Barcelona, cuando estaba en el taxi y ella vino, vino corriendo hacia mí, girtándome: "Mira Tony, mírame, soy valiente, como tú, no quiero que te vayas ¡Por favor! ¡Tú eres lo único que me da fuerzas, eres la chispa que prende mi bombilla!" Yo solo pude contestarle: "El valor, es solo una forma de intentar disimular nuestros temores ante los demás, no sientas que ese tiene que ser tu camino. Te quiero pequeña, nunca dejes de crecer."
-¡Por eso escribió en su diario en la última página: "Nunca he dejado de crecer, olvidé mis miedos, andé sin parar como tú habrías querido".
-Sí, el diario, fue un regalo que le hice al mes de irme, se suponía que cuando lo completase, me lo enviaría por correo...
-Pero no le dio tiempo a acabarlo...
-No, pero haré pagar a los culpables, en ese sitio, el sitio donde "está escrita la verdad de su mente y de la vida". He seguido leyendo, y creo que sé donde está, cuando cumplió dos añitos, le regalé un avión de guerra de juguete, le llamó Noa.
>Noa murió a los dos días, cuando le calló desde el balcón de casa. Lo enterramos bajo un árbol.
-¿Cómo sabes que es allí...?
- "Nunca he dejado de crecer, Olvidé mis miedos, Andé sin parar como tú habrías querido". NOA.
Cavamos bajo el árbol, y allí, después de dos horas, con los brazos gastados ya, encontramos una vieja caja, con un claro nombre escrito: Tony.
La caja contenía unas piezas viejas de un avión, con una nota que decía con una hermosa letra cursiva: "Reconstrúyelo, como yo no pude hacer en su tiempo, y recuerda que allí está mi cuerpo, y mi alma. Feliz cumpleaños Tony." Además contenía la última dosis de pastillas de Irene. Nunca pensé que se fuera a rendir aunque le pronosticaran un mes de vida... solo pude decir:
-Feliz cumpleaños Tony.
Al día siguiente, la casa de los padres de Tony se llenaba de coches, y gente vestida de negro que comentaban la terrible desgracia que debe suponer perder a una hija de 5 años.
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